Igual que cuando vemos el cuerpo humano en estado de reposo (estático) nos parece un equilibrio natural y no pensamos en el trabajo que están desarrollando músculos y tendones para mantener esa postura, cuando vemos un edificio tampoco pensamos en las tensiones de sus elementos estructurales para mantener ese equilibrio aparentemente natural. El edificio está, sin embargo, en continuo movimiento debido a las cargas tanto internas (uso, dilataciones, contracciones estructurales...) como externas (asientos del terreno, empuje del viento...)